miércoles, 13 de julio de 2011

¿Sabías cuanto tiempo tarda la naturaleza en degradar los desechos?

Un chicle masticado dura 5 años en desintegrarse.
El papel y el cartón, 1 año
Las latas (aluminio), 10 años
Colillas de cigarrillo, 1 a 2 años
Botellas de plástico (PET), entre 100 y 1000 años
Polietileno (bolsas de plástico) 150 años
Botellas y frascos de vidrio, 4000 años

lunes, 11 de julio de 2011

LA OTRA CARA DE TABOGA :(

La Otra Cara de Taboga


El trayecto desde la Playita de Amador, hasta el atracadero de la Isla de Taboga, se me hizo relativamente corto, un sin número de techos de todos los colores hacían el constraste con el azul del mar y el celeste intenso del cielo, dándonos la bienvenida.
Me encontraba extasiada debido al gran colorido que procedían tanto de las aguas que bordeaban la isla, como del pueblo en general. "Nos dirigimos hacia el Refugio de Vida Silvestre Taboga Uraba", interrumpió la voz del guía, por lo cual nos preparamos para iniciar el recorrido.
Mientras el entorno iba cambiando a medida que avanzabamos, de apiñadas y pequeñas casas coloridas a hermosas residencias que se encontraban cercadas tal cual pequeñas fortalezas, nos íbamos acercando a nuestro destino final, pero el cambio se torno abrupto de hermosas y coloridas flores, empezamos a ver en el suelo latas, cajas, botellas, inclusive restos de desechos hospitalarios, continuamos con nuestro recorrido, sin no dejar de apreciar que era cada vez más constante la presencia de desechos sólidos en el camino.
El guía nos comentaba que estábamos llegando a los límites del Refugio de Vida Silvestre, el paisaje era muy vistoso, sin embargo deseábamos llegar a la cima, para poder tener una vista general del área; entre los matorrales logre ver un maltratado letrero que reafirmaba lo que el guía indicaba.
Nos detuvimos aproximadamente un minuto después que pisamos los límites del Refugio de Vida Silvestre, mis ojos no podían dar crédito a lo que presenciaban, era un insulto tanto a la vista como al olfato, más aun siendo una área protegida, según nuestra legislación ambiental vigente, las exclamaciones de mis compañeros no se dejaron desear, era impactante poder observar lo que desde la orilla del pueblo o desde el muelle, nadie ve; me pregunte en ese instante si los inocentes bañistas conocerían de este lugar.
Se podía observar restos de desechos de todo tipo, desde pequeños envases de plástico, cartón o vidrio, hasta muebles y artefactos de cocina enteros, gasas, guantes y otros residuos peligrosos.
Taboga no escapa a la realidad de cualquier pueblo o ciudad, del área metropolitana de la ciudad de Panamá, los desechos son generados casi espontáneamente producto de nuestras actividades diarias, el gran dilema radica en su disposición final, maximizado tal vez por las condiciones que como isla se presentan en este ecosistema, en donde las capacidades de carga de los sistemas de acueducto y alcantarillado, han sobrepasado su capacidad de carga y donde el espacio disponible es limitado, debido a que la mayor parte está ocupada por residencias o son propiedad de inversionistas que se encuentran en espera de desarrollar grandes proyectos urbanísticos y turísticos.
Lo más impactante para mí fue ver como estos desechos se encontraban dispuestos sin ningún tipo de control en una pendiente que iba directo hacia el mar y lo irónico que estuviese dentro de una área protegida, me pregunte en dónde se encontraban las autoridades ambientales, sin embargo lamentablemente la respuesta no la iba a encontrar allí.
Dispusimos seguir nuestro recorrido, con un pesar en mi corazón, y aunque llegamos a la cima y vislumbramos un hermoso paisaje, definitivamente no fue lo mismo, después de haber visto tan deprimente escena, aún queda en mis recuerdos el sin sabor de mi visita a Taboga.